John Dewey nació en 1859 en Burlington, Vermont, y murió en 1952 en Nueva Cork. Estudió en la universidad John Hopkins de Baltimore. Se concentró en el instrumentalismo, una forma de pragmatismo basado en el valor instrumental del conocimiento para resolver situaciones problemáticas. Sus obras de pedagogía más importantes son Mi credo pedagógico, de 1897, Escuela y sociedad, 1899, Democracia y educación, de 1916. En Escuela y sociedad expone sus experiencias en la escuela experimental que había abierto en 1896 en Chicago. El sistema de referencia era la enseñanza tradicional. A partir de ella, la escuela de Dewey se planteaba un giro copernicano: el proceso de enseñanza-aprendizaje estaba centrado en el niño, lo que importaban no eran las actividades futuras del adulto sino las comunes en las que estaba comprometido el niño en el presente, lo que interesaba era cubrir las necesidades presentes de los alumnos, frente a la pasividad tradicional, la vida escolar era la propia comunidad en la que cada niño realizaba su trabajo en cooperación con sus iguales, aprendiendo al tiempo orden y disciplina, no impuesta desde fuera.
Dewey parte de la experiencia que no identifica ni con la conciencia ni con la subjetividad, porque la experiencia es mucho más vasta que la conciencia y no es siempre subjetiva, ya que está relacionada con operaciones activas que conciernen a otras cosas. Dewey insistirá en la precariedad del mundo de la experiencia que exige que el pensamiento y la razón actúen como procedimientos intencionales a través de la investigación de la realidad. Recobra así todo su interés la investigación entendida como teoría de la búsqueda o lógica. Toda investigación parte de una situación problemática de incertidumbre y duda, es el primer momento de la búsqueda. Los pasos siguientes son: la intelectualización del problema, o desarrollo de la idea mediante el raciocinio, la observación y el experimento, ensayar las diversas hipótesis planteadas para comprobar su adecuación o inadecuación, reelaboración intelectual de las hipótesis originarias y la verificación, aplicación práctica o nuevas observaciones o experimentos comprobatorios. Estos cinco momentos de la investigación están basados en una “matriz biológica”: estimulación por una situación de desequilibrio, serie de actos que intentan integrar la armonía entre el organismo y ambiente, situación final de desequilibrio restablecido de la que se eliminan los conflictos.
Una matriz social de la que emerge el lenguaje y permite la constitución de cuerpos de conocimiento: el conocimiento del sentido común y el conocimiento científico. El sentido común está constituido por las tradiciones, las ocupaciones técnicas, los intereses y las instituciones de un grupo social. En el conocimiento científico se libera a los significados lingüísticos de toda referencia a grupos sociales dando lugar a nuevos lenguajes que se adapten a los fines de la materia de que se trate. Dewey adopta una postura naturalista porque percibe una continuidad plena entre el mundo biológico y el mundo espiritual. Para Dewey el espíritu es el sistema de creencias, nociones e intereses, aceptaciones y rechazos, que se forma por influencia del hábito y la tradición. El naturalismo de Dewey es antirreduccionista, porque niega que se pueda reducir lo más alto a lo más bajo, lo espiritual a lo corporal.
La doctrina del interés es la base de la pedagogía de Dewey. La enseñanza se debe basar en intereses reales que no son fijos sino que, por el contrario, están en permanente cambio y actualización. Para Dewey, la educación se deriva de la participación del individuo en la conciencia social de la especie, es imposible preparar al niño para enfrentar un orden preciso de condiciones. Prepararlo para la vida futura significa hacerlo dueño de sí.
La escuela debe convertirse en un ambiente de vida y trabajo, que reproduzca al tiempo la realidad social y económica en la que los alumnos tendrán que participar en su vida adulta. Como método de enseñanza aplica el método general de investigación.
En definitiva, se trata de la puesta en práctica del lema de la escuela de Dewey: Aprender haciendo.
En Dewey, la educación es el método fundamental del progreso y de la acción social y el maestro al enseñar no sólo educa individuos sino que contribuye a formar una vida social justa.
Para Dewey la educación viene a ser “la suma total de procesos por los que la sociedad transmite sus poderes, capacidades e ideales adquiridos, para asegurar su propia existencia y desarrollo continuo”.
En síntesis: En Dewey la escuela como institución social ha de representar la vida presente real y vital, de manera simplificada. El trabajo de la escuela ha de realizarse en unidad de pensamiento y acción. El papel del maestro será seleccionar influencias y ayudar a responder a la misma. La disciplina de la escuela procederá de la escuela y la de la vida. El fomento del espíritu de colaboración se logra con la introducción del principio de actividad. La pedagogía de Dewey ha sido caracterizada de genética, desarrollo de dentro a fuera; funcional, procesos y actividades psíquicas como funciones vitales; social, preparar al individuo para ser función útil del organismo al que pertenece. A dichas características habría que añadir las actividades, base fundamental de la educación, vitalidad, afiliar la escuela a la vida; y reconocimiento de la personalidad de la infancia como una edad con valor propio.
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