Introducción
Conviene diferenciar el concepto de Escuela nueva de otros términos cercanos como escuela Activa, Escuela Moderna, Escuela única que, como veremos están referidos a una aspiración, finalmente alcanzada, de concebir la educación primaria y la secundaria como un todo unificado. En realidad el término que más fortuna tuvo fue el de Escuela Nueva, aunque en América Latina se utilizó preferentemente el de Escuela Activa.
Hay que recordar que en todas las épocas es posible hablar de escuela nueva para referirse a una escuela que se renueva y que distingue de la escuela tradicional. En diversos países americanos, existen en la actualidad movimientos de escuela nueva.
Pero a la Escuela nueva a la que nos referimos en este tema no es a cualquier escuela renovadora sino al poderoso movimiento educativo que surge a finales del siglo XIX y se extiende hasta después de la segunda guerra mundial, que tiene sus antecedentes más conocidos en Rousseau, Pestalozzi, Herbart, Froebel y la Escuela de Yasnaia Polaina del escritor ruso L. Tolstoi. No fue un movimiento educativo uniforme ligado a un sistema educativo concreto sino que acogió a los ensayos que se realizaban en la época como alternativa a la escuela tradicional. Finalmente se disolvió y confundió en buena parte con la educación democrática auspiciada por los organismos internacionales y los países del Primer Mundo.
Las primeras escuelas nuevas aparecieron en Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica… a partir de 1880, su misión era renovar la enseñanza y acercar la escuela a la vida y a la naturaleza. Se crearon bases de una pedagogía y una didáctica experimentales, apoyadas en los avances de las ciencias humanas y sociales.
Surgieron asociaciones formadas por profesionales de la educación y revistas especializadas en diversos países europeos y americanos.
Las líneas más importantes del movimiento quedaron vertebradas en torno a la filosofía del americano J. Dewey, en una serie de sistemas didácticos importantes, como el Plan Dalton y el sistema Winnetka; en Europa destacaron por la difusión alcanzada el método Montessori y Decroly. En 1921 la creación en Calais de la Liga Internacional pour l’Education Nouvelle significó un decisivo avance de clarificación en los objetivos y finalidades del movimiento, por fin la Escuela Nueva tenía un progre y unos principios a desarrollar-
La Escuela Nueva rechaza el formalismo y el intelectualismo; en la base de su programa y de sus métodos está la preocupación por los intereses y necesidades del niño en su conjunto (afectividad, inteligencia y voluntad) concebido como centro del proceso de enseñanza-aprendizaje adaptado a los ritmos de aprendizaje individual y al trabajo en grupo. En síntesis: la escuela debe estar situada en la vida, la escuela debe girar en torno a los intereses del niño, la escuela debe ser activa, la escuela debe ser una auténtica comunidad vital, es necesario revalorizar el papel del maestro.
Pero el movimientote Escuela Nueva también ha tenido sus detractores. Las principales críticas pueden sintetizarse en las siguientes: la educación progresiva es una improvisación no planeada, se proporcionan escasos conocimientos, su antiintelectualismo convierte a la escuela en centro recreativo, desprecia el conocimiento a favor de la actividad, no existe disciplina suficiente.
La escuela Nueva dentro de la pedagogía contemporánea
No hay acuerdo respecto al ámbito y amplitud de términos tales como “escuela moderna”, “escuela nueva”, “educación nueva”, “escuela activa”… Hay una línea de autores que hacen coincidir “escuela nueva” y “educación nueva”, otros prefieren utilizar el término de “educación nueva” por entenderlo de mayor amplitud que el de “escuela nueva”. Nosotros preferimos utilizar el término “escuela nueva” porque tiene mayor tradición y especialmente porque el término de “educación nueva” es demasiado amplio al contemplar a todos los niveles educativos incluyendo universitarios. Cuando se habla de “escuela nueva” no hay por qué pensar que se está haciendo referencia sólo a la primera, ya que en ocasiones incorpora la enseñanza primaria y la secundaria.
El término “escuela nueva” no se refiere, por consiguiente, a un solo tipo de escuela o sistema didáctico determinado, sino a todo un conjunto de principios que surgen como alternativa a la enseñanza tradicional. Estos principios derivaron generalmente de una nueva comprensión de las necesidades de la infancia, inspiradas en las conclusiones de los estudios que la biología y la psicología iniciaban entonces, que luego se ampliaron con otros muy numerosos provenientes de las funciones de la escuela frente a la nuevas exigencias de la vida social.
En sentido amplio resulta equivalente utilizar el término “escuela nueva” por el de “pedagogía contemporánea” porque, de hecho, la escuela nueva viene a ser muchos ensayos, primeros dispersos y luego sistematizados, basados en la aplicación de nuevas metodologías educativas y didácticas y nuevas percepciones sociales de la escuela.
Teniendo en cuenta la relación de corrientes de Lorenzo Luzuriaga, podemos afirmar que la Escuela Nueva influye en todas las corrientes que él cita pero en grado diferente: se puede decir que todas ellas son tendencias modernas, opuestas en buena medida a la educación tradicional, que incorporan todos o parte de los presupuestos ideológicos de las escuelas nuevas
La pedagogía contemporánea se puede reducir a dos grandes concepciones: “Una, carácter subjetivo, individual, que pone todo el acento en la vida y el desarrollo inmanente del educando; otra, de carácter objetivo, ultrapersonal, que asigna fines trascendentes a la educación. A la primera concepción pertenecerían por ejemplo las corrientes que integran la pedagogía individual y la pedagogía psicológica; a la segunda, las que constituyen la pedagogía social y la pedagogía filosófica. Entre ambas se hallaría como un miembro intermedio, la pedagogía activa, aunque la mayoría de sus direcciones caen más bien dentro de la pedagogía subjetiva”.
Escuela Nueva y escuela tradicional
La escuela nueva no surge de pronto; se va formando progresivamente como reacción frente a los principios educativos tradicionales. En la mente de algunos educadores va surgiendo la idea, que luego se extenderá masivamente, que era posible e imprescindible transformar la escuela, tener otros objetivos, otros fines y sobre todo aplicar otra metodología. La escuela que existía en las dos últimas décadas del siglo XIX, tanto la pública como la privada, era heredera de la educación tradicional, conservadora, basada en el principio de autoridad y la obediencia ciega a la palabra del maestro y a los textos elaborados desde fuera de la institución escolar, que tenían carácter enciclopédico y se basaban en el memorismo y la repetición todo ello rodeado de una atmósfera de seriedad y rigor, con una disciplina muy rígida que respondía al axioma: “La letra con sangre entra”.
La imagen de una escuela tradicional vendría representada por un aula escolar con los bancos perfectamente alineados, los niños y las niñas, por separado, a punto de entrar cada uno en su clase, silenciosos, serios y en fila, temerosos ante la presencia del maestro. El centro de la actividad escolar es el maestro que es el único que habla, mientras los alumnos permanecen en silencio salvo que se les pida que participen. La repetición del libro de texto y la memorización son los contenidos válidos. Hay que decir, no obstante, que no existe una escuela tradicional pura como tampoco se puede encontrar una escuela moderna que reúna todos y cada uno de los requisitos que pudiéramos elaborar para caracterizarla. Pero ambas están vivas, coexisten a veces en las mismas instituciones y, desde luego, en los mismos países. Para distinguirla de la escuela activa y moderna, nos parece oportuno caracterizar a la escuela tradicional por una serie de principios educativos que, se oponen frontalmente a los e la escuela moderna:
Magistrocentrismo: El maestro es la base y condición del éxito de la educación. A él le corresponde organizar el conocimiento, aislar y elaborar la materia que ha de ser aprendida, trazar el camino y llevar por él a sus alumnos. El maestro es el modelo y el guía, al que se debe imitar y obedecer. La disciplina y el castigo se consideran fundamentales, la disciplina y los ejercicios escolares son suficientes para desarrollar las virtudes humanas en los alumnos. El castigo ya sea en forma de reproches o de castigo físico estimula considerablemente el progreso del alumno.
Enciclopedismo: La clase y la vida colectiva son organizadas, ordenadas y programadas. El manual escolar es la expresión de esta organización, orden y programación; todo lo que el niño tiene que aprender se encuentra en él, graduado y elaborado, si se quiere evitar la distracción y la confusión nada debe buscarse fuera del manual.
Verbalismo y Pasividad: El método de enseñanza será el mismo para todos los niños y en todas las ocasiones. El repaso entendido como la repetición de lo que el maestro acaba de decir, tiene un papel fundamental en este método.
Frente a esa manera de enseñar, los partidarios de la escuela activa se plantean un modelo didáctico y educativo que poco tiene que ver con lo señalado. Las aulas tienen un mobiliario flexible para adaptarse a situaciones didácticas y de aprendizaje diferente, el maestro pasa a ser un coordinador de actividades, un orientado motivador del aprendizaje, mientras que el niño ocupa el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, se produce un giro copernicano, los libros de texto no existen como tales sino que se dan pautas de trabajo y de actividad y, con una programación previa, los profesores y los alumnos van construyendo los contenidos a partir de los intereses y motivaciones de los alumnos y no por imposición del ministerio a través de textos elaborados previamente por adultos.
Cirigliano y Villaverde han resumido bien las diferencias entre la escuela tradicional y la escuela moderna en conocida clasificación:
Antecedentes de la escuela nueva
Entendemos que la Escuela Nueva fue un movimiento renovador que se caracterizó principalmente pos su oposición a la escuela tradicional. Los autores más significativos fueron Rabelais, Montaigne, Comenio, Locke, Rousseau, Pestalozzi, Froebel, Herbart, Tolstoi, de este último considerado precursor del movimiento y primer fundador de una escuela verdaderamente nueva, la escuela de Yasnaia Polaina. Lo que algunos autores denominan la modernidad pedagógica, que se hace coincidir con el poderoso movimiento ilustrado que significó en muchos aspectos un giro copernicano al introducir una concepción de la vida, la filosofía y la educación diferente a la entonces vigente, aunque ya se venía incubando desde siglos anteriores. Rousseau es posiblemente el paradigma de la nueva situación que diseña una estrategia educativa basada en la fe en el progreso, en la naturaleza y en las posibilidades humanas. Se opone a los planteamientos del Ancien Regime y propugna una educación que siguiera los dictados de la naturaleza, entendida como la realidad personal cuando la instrucción aún no ha actuado.
Tanto la Ilustración en cuanto al movimiento internacional, como Rousseau significaron la aparición de una nuevas teorías llamadas a asentar una alternativa a la manera tradicional de enseñar y educar. Rousseau será luego discutido, corregido y, a veces, denostado, pero nadie dudará de su paternidad sobre las corrientes modernas de la educación que darán paso a la Escuela Moderna.
Pero si hubiera que seleccionar algunos nombres más de autores que hicieron avanzar y consolidaron los hallazgos rusonianos, habría que referirse sin duda a Pestalozzi, Froebel y Herbart. Se puede afirmar que los cuatro pedagogos pusieron las bases teóricas de la educación contemporánea que, en buena parte, sigue vigente en la actualidad.
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