Paul Robin nació en Toulon el 3 de abril de 1837 en el seno de una familia burguesa y muy piadosa. Estudió en los liceos de Burdeos y Brest y fue alumno de la Escuela Normal Superior entre 1858 y 1861. Al finalizar sus estudios enseñó Ciencias Físicas y Naturales y público una serie de artículos sobre educación integral que fueron bien acogidas por las organizaciones anarquistas europeas. Participó activamente en actividades políticas y sindicales, fue miembro de la Liga de la Enseñanza de Bruselas y tomó parte activa en los congresos de la Asociación Internacional de Trabajadores de 1868 y 1869.
En 1880 es nombrado director de la Institución “Prévost” de Cempuis, más conocida como orfanato de Cempuis, cargo que desempeñó durante catorce años hasta su destitución en 1894, en el que tuvo ocasión de poner en práctica el ideario de educación integral, bajo el régimen de la educación de sexos, en el que se considera el primer centro pedagógico organizado según la ideología anarquista.
Los principios esenciales del pensamiento aplicado y de la práctica de Cempuis fueron la educación intelectual, la educación física con fines militares y la educación técnica basada en el trabajo productivo, todo ello dentro de un ambiente de escuela renovadora y activa. Las clases, cuando era posible, se daban al aire libre. La higiene y la limpieza se convirtieron en el centro de las preocupaciones. Robin organizó el batallón escolar militar y aplicaba una disciplina rígida que, en principio, puede resultar sorprendente al tratarse de una escuela con principios anarquistas. Él la justificaba porque era necesario saberse defender de los ataques de las personas y de los animales. Los trabajos manuales eran obligatorios para los niños y niñas porque se trataba de la iniciación a la enseñanza productiva, era el primer paso para el aprendizaje posterior de los oficios. A los doce años comenzaban los niños a recorrer los diversos talleres industriales del centro para empezar a familiarizarse y escoger uno definitivo. En Cempuis se enseñaba todo tipo de tareas relacionadas con la agricultura, artes, orfebrería…entre la cocina y los trabajos en la granja que eran necesarios para alimentar a las doscientas personas que componían el centro.
En el Manifiesto, el autor empieza su exposición del concepto de educación integral criticando la instrucción popular de su época, decía que con ella lo único que se conseguía era dar al niño del pueblo unas nociones elementales en algunas ramas del conocimiento humano, nociones que serán casi siempre inútiles al trabajador asalariado en la vida práctica. Por el contrario, le impondrán creencias místicas que falsearán su entendimiento y lo encadenarán eternamente al estado de cosas actual. La distinción de clases, que hoy es fundamento de la organización social, se sostiene sobre todo por la desigualdad frente a los medios educativos. Sigue explicando el autor como la burguesía, que tiene el capital, accede a la ciencia, mientras que el pueblo, que no posee más que la miseria, sólo puede aspirar al trabajo.
¿Cómo superar tal situación? Para Robin, la ciencia y el trabajo unidos liberarán al mundo. Para arrebatar a la burguesía el monopolio de la ciencia era preciso, en el pensamiento del autor, la revolución social y la instrucción de la educación integral. La revolución social venía exigida porque los privilegios educativos de la burguesía estaban garantizados por los gobiernos, sería esto preciso para liberarse de la dominación burguesa. Por su parte, la instrucción integral estaba basada en la necesidad de que cada ciudadano pudiese adquirir todos los conocimientos científicos y profesionales, teóricos y prácticos, que sus aptitudes le permitieran.
Pero, el propio Robin y sus compañeros de proyectos educativos no tenían claro en un principio qué tipo de educación integral deseaban. Paulatinamente, van apareciendo una serie de principios, el primero de los cuales es que el derecho de la instrucción es igual para todos.
Pues bien, tal educación tan completa como fuera posible sería la instrucción integral que debía impartirse en establecimientos comunes, donde cada individuo podrá desarrollar simultáneamente su mente y sus músculos. Dicha educación liberadora y pacificadora podría caracterizarse por los atributos de racional, científica, universal e integradora.
Teniendo en cuenta los principios expuestos, Robin va desarrollando el contenido y los ámbitos de estudio que se han de seguir en la instrucción integral.
Robin hace una descripción detallada del programa escolar de la que aquí mencionaremos algunos ejemplos. Así, dentro de la educación física, además de una relación armónica entre los distintos órdenes de ejercicios y el reposo, se insiste en el régimen higiénico basado en una alimentación “abundante, simple y un poco rústica, aunque variada” con exclusión general de excitantes y vinos. En la educación intelectual se plantea “el desarrollo simultáneo, equilibrio de todas las facultades sin exclusión. El programa correspondiente a esta idea, puede resumirse en una palabra: todo. Toda la ciencia y todo el arte, la educación estética, la educación moral, unida a la coeducación de los sexos.
Un establecimiento como Cempuis era el blanco preferido de los enemigos de la escuela laica; desde 1881 se producen campañas contra Robin y la institución que dirigía acusándole de todo tipo de defectos y de desarrollar una educación inmoral, internacionalista y anticristiana. Finalmente, la prensa clerical y los movimientos más conservadores consiguieron su objetivo y en agosto de 1894 Robin fue acusado de maltusianismo y antipatriota y cesado en su cargo de director. Antes, en 1893, había fundado la Asociación Universal de Educación Integral, con sede en Bruselas, que estaba basada en una serie de principios, entre los que se puede destacar:
El gran acontecimiento moderno es la ciencia.
El espíritu científico impone un nuevo tipo de educación: la educación positiva.
La ciencia impone un nuevo concepto antropológico: el hombre que se perfecciona a sí mismo científicamente y trabaja porque los demás realicen este ideal.
La especialización en el estudio o en el trabajo debe ser posterior a la adquisición de una base cultural sólida.
La nueva educación debe ser racional y científica (basada en la razón y conforme a los principios de la ciencia), universal e integral (tendente al desarrollo armónico de todo el ser), abarcando un triple frente: educación intelectual, física y moral, en un régimen higiénico que desarrolle y conserve la salud.
Al dejar Cempuis, Robin vuelve a la pedagogía oficial y se dedica a defender las ideas neomaltusianas y la eugenesia. Su experiencia en el orfanato de Prévost y su conocimiento de los centros de acogida de huérfanos y niños abandonados le habían sensibilizado, y desarrolla una teoría educativa basada en la fórmula: “Buen nacimiento, buena educación, buena organización social”. Investiga, escribe y asiste a congresos entorno a temas relacionados con la población y la economía social y defiende el derecho al aborto y a la eugenesia.
En sus campañas neomaltusianas y en defensa de la eugenesia, al igual que en la coeducación e iniciación sexual de los niños, fue seguido por el ala revolucionaria de los socialistas y por los militares anarquistas, pero no así por la mayoría de los líderes libertarios. Sus ideas educativas fueron calando poco a poco en diversas instituciones y su influencia se extendió a numerosos educadores, especialmente en el ámbito libertario.
Los últimos años de su vida fueron extremadamente difíciles. Enfermo, incomprendido cuando no perseguido, ve que su fin está cercano. Y antes de que la naturaleza ponga fin a sus días decide terminar con ella suicidándose el primero de septiembre de 1912. Como buen amante de la ciencia dispuso que su cuerpo fuese entregado a la escuela de medicina de París.
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