Makarenko nació en 1888 y murió en 1939, se suelen diferenciar dos etapas bien definidas; una primera, entre 1920 y 1935, cuando tuvieron lugar sus experiencias educativas como director de dos colonias escolares; la segunda, entre 1935 y 1939, que dedicó fundamentalmente a escribir y dar conferencias en torno a temas pedagógicos. Entre 1920 y 1928, Makarenko dirigió la colonia “Maximo Gorki”, dedicada a la formación de niños y jóvenes delincuentes; de 1928 a 1935 dirigió la comuna de trabajo para jóvenes “Félix Dzerzhinski”. Tales experiencias fueron contadas por Makarenko en sus libros Poemas Pedagógicos y Banderas en las torres.
La base de su ideario pedagógico:
La educación y la colectividad deben ser dos realidades indisolublemente unidas e interrelacionadas.
La educación comunista, inspirada en el pueblo, es la única posible para crear al hombre nuevo y construir con éxito la nueva sociedad soviética.
La educación comunista tiene como principal objetivo la formación del hábito del trabajo creador.
La escuela, como colectividad educativa representante de la educación estatal, debe orientar a la familia, que es lugar donde, en realidad, comienza la educación.
Sus propias características de educador tienen mucho que ver con los principios que defiende. En las dos colonias que dirigió se muestra como un educador muy exigente; en las colonias no se admiten fallos ni la dejadez; se exige la realización de actividades organizadas y su cumplimiento. Incluso plantea utilizar con cuidado cada gesto para dar siempre la apariencia de seguridad y firmeza; para Makarenko, el profesor no debe manifestar sus sentimientos y el mismo se presenta siempre como autocontrolado, con una personalidad fría y cerebral. En las colonias, de carácter mixto, se fomentaba la misma ausencia de afectos y no se permitía establecer relaciones afectivas entre los alumnos. Coherente con su pensamiento, Makarenko se mostraba distante con los alumnos.
El trabajo educativo de Makarenko se realizó en medio de enormes dificultades de todo tipo, especialmente en la primera etapa, trataba de formar niños y jóvenes delincuentes, en medio de una pésima situación económica y en un período bélico devastador. Se trabajaba mucho el sentimiento de cohesión y unidad que Makarenko entendía era fundamental para poder conseguir los objetivos propuestos, así como la renuncia de los colonos a los intereses personales poniendo siempre por delante los intereses de la colectividad.
Las colonias de Makarenko eran colonias de trabajo porque las necesidades del momento así lo aconsejaban y por la aplicación del principio marxista de la educación politécnica. Las columnas debían mantenerse a sí mismas y los colonos se alimentaban y vestían gracias a su trabajo. Makarenko insistía mucho en el valor social del trabajo, no en trabajar por trabajar sino por servir a la comunidad, por sentirse útil, por hacer un trabajo creador, no alienante, creador de riqueza social y de consecuencias educativas. La mitad de la jornada la pasaban los colonos en la fábrica trabajando; la otra mitad en la escuela, estudiando. Hay que tener en cuenta que Makarenko no está de acuerdo con la combinación entre trabajo y estudio por el contrario entiende que son dos cosas diferentes y rechaza la tendencia a interrelacionarlas.
La motivación para los colonos era doble: debían estudiar si deseaban acceder a la enseñanza superior y, además estaba mal visto no estudiar. En ella no sólo se aprendía matemáticas, literatura y todas las demás materias, sino que también se aprendía a admirar la cultura soviética y sentirse soviético. La escuela y el trabajo servían al mismo fin: la formación del ciudadano que necesitaba la Unión Soviética. Concibe que el trabajo ha de ser socialmente útil, como contribución del individuo a la colectividad, ha de realizarse con conciencia colectiva y de participación creadora. No se trata de trabajos manuales sino de verdadero trabajo productivo, valorable económicamente.
La disciplina es entendida como un objetivo a alcanzar y no como un medio o instrumento, por eso Makarenko se muestra partidario e la disciplina familiar desde la más temprana infancia. En el caso de las colonias, los niños sin educación familiar previa, se tuvo que hacer todo el trabajo disciplinar partiendo de cero, involucrando al grupo en las decisiones disciplinares y planteando la disciplina como una necesidad vital para la construcción de la sociedad comunista y para el éxito de la Unión Soviética. Makarenko, que manifestaba detestar los castigos corporales, practicaba la “disciplina consciente” en lugar del adiestramiento autoritario que se practicaba en la sociedad burguesa contra la voluntad de la mayoría, nosotros colocamos la disciplina consciente de los obreros y campesinos, que unen a su odio contra la vieja sociedad el querer, el saber y el estar dispuesto a unificar y organizar las fuerzas para esta lucha, a fin de crear, con millones y centenares de millones de voluntades dispersas, fraccionadas y desperdigadas por la inmensa extensión de nuestro país, una voluntad única, ya que sin ella seremos inevitablemente vencidos. Sin está cohesión, sin esta disciplina consciente de los obreros y de los campesinos, nuestra causa está condenada a fracasar”
Makarenko afirmó al respecto “En mi propia acerca de la disciplina me había permitido poner en duda el acierto de las tesis que afirmaba que el castigo no hace nada más que educar esclavos, que debía dar curso al espíritu creador del niño y, sobe todo, que era preciso hacer hincapié en la autoorganización y en la autodisciplina. También afirme que era imposible fundamentar toda la educación en el interés, que la educación del sentimiento del deber se halla frecuentemente en contradicción con el interés del niño, en particular con la forma con que él entiende el interés. A mi juicio, se imponía la educación de un ser resistente y fuerte, capaz de ejecutar incluso un trabajo desagradable y fastidioso si lo requerían los intereses de la colectividad”
Para él, la literatura pedagógica estaba llena de bellas palabras, de pensamientos brillantes pero carentes de técnicas, de instrumentos adecuados para ser aplicadas en la práctica cotidiana de la Unión Soviética de su momento.
Rechaza que la educación deba fundamentarse en las necesidades del niño, no son las individuales las personales sino las de la colectividad. Makarenko no valora el principio de la espontaneidad infantil o el seguir los caminos de la naturaleza; lo plantea exactamente al contrario, no hay que seguir los cambios que dictan la naturaleza sino que la educación debe colaborar a formar la naturaleza de acuerdo con la sociedad. Porque para Makarenko el hombre se mueve según las leyes e la sociedad humana y no sólo según las layes de la naturaleza. De ahí que critique también la autodisciplina y la autoorganización y plantee como alternativa una disciplina consciente y una organización estructurada por los educadores. Para que el niño tenga fuerza de voluntad es preciso enseñarle pronto disciplina y renuncia, no facilitarle el cumplimiento de sus deseos y su satisfacción en todo momento.
Para nuestro autor lo principal es lo social, lo comunitario y no lo individual; pone en primer plano el cumplimiento de los deberes y las responsabilidades. Si hubiera que
Resumir e dos ideas los objetivos educativos que se plantea Makarenko se podría decir que ellas son su confianza en la sociedad soviética y su fe en las posibilidades de la educación.
La pedagogía que propugna Makarenko es la pedagogía comunista. El objetivo fundamental de la educación será para él la formación de futuros ciudadanos comunistas, hacer de cada alumno un comunista activo y consciente. En el estilo pedagógico de este autor, se necesitan unos proyectos previos que definían cuál debe ser el trabajo final, que a su vez demandará los medios necesarios.
Las cualidades que el ciudadano soviético debe tener son: un profundo sentimiento del deber y de la responsabilidad para los objetivos de la sociedad soviética, espíritu de colaboración y solidaridad atendiendo siempre a los intereses de la colectividad, una sólida formación política y la capacidad para conocer a los enemigos del pueblo. La esencia es el colectivo, la puesta en marcha de lo que se ha demonizado una educación colectivista a través del colectivo. Makarenko plantea la solidaridad del hombre con la sociedad, la formación colectivista en las colonias. Su gran reto fue encontrar técnicas educativas nuevas, adaptadas a las peculiaridades de sus colonias y el colectivo y su potencial educativo fue su máximo hallazgo. El papel del director en la formación, organización y control del colectivo se reveló fundamentalmente no sólo como organizador sino como padre amigo, compañero de trabajo, ejemplo guía, controlador de conflicto y alentador de progresos.
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