Frases Anónimas

En Este Mundo No Existe Ninguna Verdad Absoluta, Sin Embargo , Esto Es Algo Absolutamente Verdadero.

Que díficil es amar cuando tanto amamos y en la persona que pensamos ni en su pensamiento estamos.

Lo malo de la ignorancia es que va adquiriendo confianza a medida que se prolonga.

No és fuerte áquel quién nunca cae, sino aquel quien al caer tiene la suficiente fuerza cómo para volver a levantarse.

Siempre hay quién anda en busca de un buen amigo, pero són pocos los que procuran serlo.

Enuncia tu verdad de manera clara y serena y escucha a los demás, incluso al que crees torpe e ignorante ya que también ellos tienen su historia.

Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia.

Un amigo es alguien que lo conoce todo de ti, y sin embargo... te aprecia.

No se trata de añadir años a la vida, sino de dar vida a los años.

Lo malo de ser puntual es que llega uno a un lugar y no hay nadie allí para apreciarlo.

Ama la verdad, pero perdona el error.


martes, 5 de agosto de 2008

Filosofía Zen


Cuando llegues a la cumbre de una montaña, sigue subiendo.


Expresión Zen

El budismo Zen es uno de los modos en que se manifiesta eso que en extremo Oriente se denomina “Medio de liberación”, y está íntimamente relacionado con el hinduismo, taoismo y yoga. La idea de “Medio de liberación” no pertenece a ninguna de las categorías de pensamiento occidental moderno: no es ni una religión, ni una filosofía, ni tampoco una psicología o una ciencia, su finalidad consiste en proveer al hombre de una técnica que le permita alcanzar la iluminación.
Históricamente, el Zen puede ser considerado como el desarrollo de las tradiciones culturales hindúes y chinas y, a partir del siglo XII, mantiene una íntima relación con la cultura japonesa, en contacto con la cual adquirirá algunos de sus aspectos más interesantes.
Traducido a términos occidentales, puede decirse que el objetivo fundamental del Zen es salvarnos de la locura y la parálisis (según expresión de Suzuki), y conseguir que el hombre abra ese “tercer ojo” que con tanta frecuencia aparece citado en los textos búdicos. Es decir, conseguir que el hombre acceda a un espacio que nunca había imaginado y que le estaba vedado debido a su propia “ignorancia”. El Zen se sitúa más allá de toda experiencia: es verbalmente inapreciable, e inaccesible a una formulación meramente literaria o intelectual. Watts dice: “para saber lo que es Zen no hay otro medio que practicarlo, experimentarlo concretamente con el fin de descubrir lo que ocultan las palabras”.
El Zen se refiere directamente a los hechos de la vida personal y no a un conocimiento puramente especulativo. No confía pues, en que las construcciones del intelecto lleguen a conseguir que el hombre solucione sus problemas más profundos. Cuando más arriba hablamos de los hechos de la vida personal, se hace referencia a la experiencia específica que cada individuo particular tiene del mundo, es decir, cada hecho a de abordarse de primera mano y no por mediación de un intermediario, cualquiera que sea éste. Una de las comparaciones favoritas del Zen al respecto dice que “para designar la luna es necesario un dedo, pero desgraciados aquellos que tomen el dedo por la luna”. El Zen, por lo tanto, nos pone constantemente en guardia contra el error de colocar el acento de la realidad en ese dedo que no es más que un medio y que, en sí mismo, no tiene ninguna importancia para el devenir vital.
El Zen exige que cada cosa sea experimentada directa y personalmente por cada hombre en lo más profundo de sí, del mismo modo que dos espejos sin mancha se reflejan el uno en el otro; el hecho concreto y el hombre deben de estar cara a cara sin que ningún agente exterior se interponga entre ellos. Este enfrentamiento implica un método que podría considerarse como una reconstrucción del carácter, semejante, en cierto modo, al sistema propugnado por Wilhelm Reich. El Zen es de tal naturaleza, que si se desea vivirlo en toda su intensidad, es necesario progresar por medio de un combate y de una constante vigilancia, puesto que es una experiencia personal inmediata y no un conocimiento que se adquiere por el análisis y la comparación.
Es preciso dejar el intelecto aparte, pues éste desempeña su papel en el ámbito que le es propio, impidiéndole que interfiera en el curso de la vida. Se trata de trascender dos cosas a la vez, y de donde nace la paradoja fundamental del Zen “Según el Zen el hombre es perfecto y nada le falta, pero esta idea duerme en el centro de él. No se da cuenta de ello porque está preso en la maraña de sus representaciones mentales. Todo ocurre como si entre el hombre y la realidad su actividad imaginativa hubiera tejido un pantalla”.
La finalidad evidente del Zen es la consecución del satori(“iluminación”); es decir, el despertar de la verdadera vida que se contrapone a lo que ilusoriamente y, desde un pensamiento dualista, se considera como “la vida”, en la que estaría inmerso el hombre, considerado primordialmente como “algo espiritual”. El Buda señala taxativamente que “quien se sitúa en el paraíso y el infierno fuera de este mundo se equivoca”, y un maestro zen dice “si no alcanzáis la realización perfecta en esta vida, ¿Cuándo pretendéis conseguirla?”. Para el Zen, la realización perfecta no se daría en “otro mundo”, sino “aquí y ahora” una vez que el hombre el hombre consigue el satori. Éste, en términos occidentales, sería un “habitar poéticamente el mundo”, como dice Hölderlin.
Si bien el Zen puede ser considerado como una adaptación china del budismo mahayana, es importante señalar que su “sabor” es ante todo chino, lo que se hace patente a partir del sexto Patriarca, Hui Neng, con el cual adquiere su forma definitiva al afirmar que “desde el principio ninguna cosa es…La realidad final está por encima de todas las categorías y, por consiguiente, fuera de lo pensable y lo atrapable, de donde se sigue la realidad no puede ser descrita si no es como Inconsciente, tomando la palabra como adjetivo y como sustantivo”


Mariano Antolin y Alfredo Embid, Introducción al Budismo Zen.


Röba Zen: “Zen de la abuela” método de instrucción que adopta un estilo amable de comunicación entre maestro y discípulo. De ahí, la alusión a la abuela. Todo depende de la personalidad del alumno o del maestro, o ambos.


Diccionario abreviado Oxford de las religiones del mundo, John Browker.


Si el hombre se detiene en una civilización estrictamente científica o teórica no podrá encontrar la fuerza que necesita para la evolución de su conciencia. Numerosos obstáculos y múltiples resistencias mentales detienen al hombre continuamente en la vida cotidiana. Esto se traduce, a lo largo de su vida, en sufrimientos que no pueden ser resueltos por la ciencia o la química. En el Zen, los antiguos maestros alcanzaron a través de la experiencia, muchas verdades sin la ayuda de la ciencia que ahora empieza a confirmar sus más profundas intuiciones con métodos propios. La filosofía y la medicina oriental repiten sin cesar que el hombre debe armonizarse con la vida cósmica y seguirla.


Taisen Deshimaru y Paul Chauchard, Zen y Cerebro


Sentarse en silencio, si la posición y la respiración son adecuadas, el espíritu encuentra su condición natural. El Za-Zen o Zen en posición sentado, es la práctica de la postura de vigilia, la práctica del despertar. Este despertar no se puede disociar de la práctica del mismo Zen. Es una disciplina de concentración de meditación, cuya esencia se remonta, al parecer, a la iluminación de Buda.


Taisen Deshimaru, La práctica del Zen.


Freud continúa siendo el heredero de la filosofía de la Ilustración. El hombre, según él, es un ser fundamentalmente egoísta, y para quien el placer es la relajación de las tensiones internas y no la experiencia de la alegría. El control de los instintos que él considera no es más que consciente y voluntario y, en este sentido, evoca la ética puritana. Nunca se trata, para él, de conceder la mínima confianza al inconciente. Esto se opone a la óptica budista, para la cual, el autocontrol perfecto es un control donde la voluntad consciente ya no interviene, un control sin control. No se trata de suprimir los deseos ni de reprimirlos por la violencia. El deseo está considerado, antes que nada, como una energía inherente a la vida misma y que no acaba más que en la medida en que está impregnado de ignorancia y, en consecuencia es creador de ilusión. La observación objetiva de los mecanismos del deseo se hace posible por el estado que alcanza la conciencia durante el za-zen. En la mayoría de los casos, el autocontrol se logra imitando un modelo concebido intelectualmente. Estos medios suponen un esfuerzo constante de la voluntad y una vigilancia intelectual sin fallo. Los medios de autocontrol propuestos por la mayoría de las religiones no se dirigen más que al espíritu, a pesar de que su finalidad sea dominar también el cuerpo.


Taisen Deshimaru y Y. Ikemi, Zen y autocontrol.


Cuando el maestro decide morir porque ya ha cumplido su función en la tierra, porque ya le ha enseñado todo su conocimiento a su discípulo, realiza un ritual para acabar con su vida, este consiste en taparse odios, ojos y boca con unos papeles que tiene un símbolos chinos escritos, después se sube en su barca y le pega fuego con él dentro. La escena interpretada en la película se identifica con la enseñanza siguiente:
El miedo a la muerte no existe.


Taisen Deshimaru, La práctica del Zen.

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