Los trastrornos por abusos de sustancias se caracterizan por el uso compulsivo de una sustancia que interfiere en las actividades normales y ejerce un efecto nocivo sobre el organismo o en la calidad de vida del que lo consume. Un trastorno por abuso de sustancias presenta una (o varias) de las siguientes cuatro características en el plazo de un año:
Uso de las sustancias en un entorno en circunstancias en que es físicamente peligroso, como beber alcohol y conducir.
Problemas sociales o interpersonales como son conflictos conyugales o preocupaciones parentales.
Problemas de estudio o trabajo relacionados con el abuso de sustancias, como son la ausencias, suspenciones e imcumplimientos de tareas.
Actividad ilegal relacionada con toxicomanías como puede ser traficar con drogas o beber alcohol sin tener edad.
Los trastornos por abuso de sustancias afectan a casi todos los sectores sociales y constituyen globalmente uno de los trastornos mentales más comunes. En los estudios sobre familias se ha registrado una tasa de prevalencia (en cualquier momento de la vida de la persona) entre el 15 y el 18 por cierto y una tasa de incidencia en sesis meses (en los últimos seis meses) entre el 6 y el 7 por ciento. Estos índices no incluyen la adicción a la nicotina, uno de los trastornos más cómunes y difíciles de tratar. La adicción nicotínica es muy corriente, uno de cada cinco adultos es fumador.
El tratamiento exitoso del abuso de sustancias procura capacidad para desempeñar bien el papel social y su objetivo es la abstinencia total, que no se logra muchas veces, pero sí una disminución importante del consumo de manera que el individuo pueda asumir su papel social con resultados positivos.
Muchas de las adicciones implican procesos químicos y biológicos complejos y, en consecuencia, el desarrollo de medicaciones especiales para tratar los diversos trastornos adictivos. Sin embargo, aunque a veces la medicación es el tratamiento de elección, es también muy importante identificar y tratar los factores sociales y psicológicos vinculados a las adicciones. Casi todos los estudios sobre adicción en alhuna sustancia muestran que los tratamientos psicosociales medianye grupos de apoyo, la intervención familiar y los amigos, asociaciones como Alcohólicos Anónimos y terapia cognitivo-conductual dan buen resultado. De hecho, los programas como el de Alcoholicos Anónimos son tan eficaces, si no más, que cualquier medicación para el alcoholismo.
El tratamiento del síndrome de abstinencia de alcohol, tras desintoxicación suele consistir en una pauta de clordiazepóxido (Librium/Huberplex) o de diazepam (Valium) y un polivitamínimo. Se prescriben estas medicaciones para el control de la ansiedad y el nerviosismo característicos de las primeras fases de abstinencia. En cuanto al tratamiento de alcoholismo, se emplean cuatro clases de medicación, incluidos fármacos interdictores, antidepresivos serotonérgicos, ansiolíticos y fármacos que bloquean los efectos refuerzo del alcohol llamados antagonistas opiáceos.
Las medicaciones interdictoras provocan una reacción desagradable al ingerir alcohol y por ello actúan como revulsivo a su consumo. El disulfiram (Atabuse o Temposil/ Anatabuse o Colme) inhibe la formación de determinadas sustancias químicas que permiten la metabolización de alcohol, y se puede tomar por vía oral p ser implantado. De este modo, al beber alcohol se produce una reacción tóxica, la piel del paciente se colorea (con un tono morado) y ñeste se siente muy mal y llega hasta vomitar en ocasiones durante treinta o sesenta minutos. En el tratamiento, este fármaco se debe administrar un día después del último consumo de alcohol como mínimo y el paciente debe adoptar ciertas precauciones. Por ejemplo, la ingesta de ciertos alimentos, incluidos los elixires bucales, salsa con vino y vinagres pueden desencadenar una reacción del mismo modo que la inhalación de vapores de determinadas lociones para después del afeitado. Si el empleo de disulfiram está indicado en ciertos pacientes, como son los que están muy motivados para dejar de fumar, no existen pruebas for,es de que sea eficaz a largo plazo. De hecho, en varios ensayos con disulfiran se ha mostrado que no es más eficaz que los placebos.
Los antidepresivos serotonérgicos desempeñan un importante papel en las regulación del ánimo e influyen en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos por abuso de alcohol. Además, en algunos ensayos se ha demostrado que hasta un 30 por ciento de pacientes adicyos al alcohol padecen mayor depresión tras el período de desintoxicación. El empleo de antidepresivos como la fluoxetina (Prozac) y el ansiolítico buspirona (BuSpar) procuran un breve lapso de reducción del consumo de alcohol en bebedores importantes. Otros tipos de antidepresivos, incluidos los antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina (Elavil/Tryptizol) resultan eficaces, sobre todo en alcoholicos graves.
Los farmácos como el acamprosato (Compral) reducen la ansiedad asociada a la abstienencia y su mantenimiento, en particular durante la redicidivas una vez efectuada la desintoxicación. En varios estudios se ha demostrado sus efectos beneficiosos.
Finalmente, los antagonistas opiáceos como la naltrexona (ReVia) aprobado por la FDA bloquean parcialmente el efecto placentero del alcohol y reducen el deseo de consumir vinculado a la abstinencia.
Hay una amplia colección de estudios en los qie se ha explorado el tratamiento psicológico de la dependencia del alcohol quizá porque el alcoholismo y la dependencia constituyen un problema generalizado. En Estados Unidos más de diesiocho millones de persnas son alcoholdependientes aproximadamente un 20 por ciento de la población padece un problema alcohólico en un momento u otro. Aunque muchhos de estos pacientes son hombres, el número de muejeres dependiente del alcohol a aumentado en los últimos treinta años, probablemente por el cambio de costumbres sociales y la mayor igualdad social del hombre y la mujer. La dependencia del alcohol causa anualmente 200.000 muertes imputables directa o indirectamente a la intoxicación etílica y tasas aún más altas de accidentes y lesiones. El coste de este consumo excesivo es superior a los 135.000 millones de dólares al año -en pérdida de jordanadas laborales, enfermedades, gastos sanitarios, tratamientos-, lo que justifica el análisis pormenorizado de los gastos de programas de investigación.
Una de las modalidades más prometedoras de terapia psicológicas para el trastorno de dependencia del alcohol es la terapia cognitivo-conductual que en términos generales consta de entrenamiento en habilidades sociales, refuerzo en la cominidad y terapia conductal de pareja. El enfoque principal de las terapias cognitivo-conductuales se dirige a potenciar las habilidades del paciente para enfrentarse a los acontecimientos de la vida diaria (incluida la posible recidiva) y a mejorar la interrelación entre sus habilidades y su entorno.
Alcohólicos Anónimos ha resultado un programa beneficioso muy difundido en el tratamiento del alcoholismo sobre la base de “el compañero entre hombres y mujeres que comparten su experiencia, voluntad y esperanzas con posibilidades de resolver su problema y ayudar a otros a recuperarse del alcohólismo”. Es el más conocido de todos los grupos de autoayuda y, aunque no está diseñado con arreglo a una serie de daros documentados o enfoques teóricos, en la práctica (apoyo de grupo, autonomía y autogestión) contiene elementos que la mayoría de los especialistas consideran importantes y útiles. La eficacia de Alcohólicos Anónimos se ha evaluado cada tres años a partir de 1968 registrándo un éxito e aumento.
El entrenamiento en habilidades sociales y el refuerzo comunitario han sido particularmente eficaces en la dependencia del alcohol y han dado resultados positivos notables. El entrenamiento en habilidades sociales se centra en el desarrollo de la asertividad y las habilidades de comunicación; los pacientes orientados por profesionales aprenden a iniciar interacciones sociales , a expresar sus ideas y sentimientos y a reaccionar adecuadamente ante las críticas de los demás. El programa trata de enseñar a los pacientes a enfrentrarse con eficacia a las dificultades cotidianas en el hogar, la escuela y el trabajo.
El enfoque de refuerzo comunitario consistía en origen en intervenciones para ayudar a la familia y prestar asistencia a los problemas jurídicos de índole laboral, con acceso a lugares de reunión para que los pacientes se relacionaran en un ambiente en el que no hubiera alcohol. Posteriormente se abandonó la idea del club y se instituyó un sistema de ayuda mutua con asesoramiento de grupo. En el transcurso de los años se han añadido más elementos (como el empleo de medicación), pero el principio del programa son múltiples formas de ayuda al paciente por parte de la comunidad, después de la desintoxicación y duante la larga y a veces difícil vuelta a la “normalidad”.
La terapia conductual de pareja es un enfoque psicológico también de probada eficacia. Después de evaluar la dependencia del alcohol del paciente y sus relaciones conyugales se determinan las intervenciones dirigidas a mejorar las relaciones y a resolver conflictos y problemas.
Se han identificado varios factores primordiales en el éxito de los programas de tratamiento del abuso de alcohol.
La características del terapeuta ejercen un notable efecto en los resultados del tratamiento y existe cierta evidencia de que existen diferencias sustanciales entre terapeutas. En general, los terapeutas con más habilidades interpersonales, menos proclives a la confrontación y más empáticos obtinen mejores resultados que sus homologos sin estas características. Aunque la cualidad de las habilidades interpersonales no es fácil de juzgar objetivamente, al paciente no le resulta tan difícil hacer un juicio sobre el enfoque en términos generales de un determinado terapeuta y de si se ajusta a sus expectativas para su problemática en ese momento.
Otro factor es la duración del tratamiento. Está comprado que es mejor algo de tratamiento que nada, pero también parece ser que un tratamiento corto puede ser tan eficaz como uno prolongado. De hecho, la invidencia de la eficacia del tratamiento corto económico está bien fundamentada. Las siglas FRAMES resumen los seis elementos principales de los tratamientos eficaces: feedback respecto al riesgo personal, la importancia de la responsabilidad personal, asesoramiento claro sobre el modo de cambiar, un menú de alternativas a considerar para el cambio, empatía por parte del terapeuta o del equipo terapéutico y autoeficacia u optimismo.
Bibliografía
Gorman, J.M, Nathan, P.E, Salkind, N.J (2002). Tratamientos de trastornos mentales, una guía de tratamientos que funcionan. Madrid, Alianza Ensayo.
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