Bogdan Suchodolski, pedagogo polaco, nació en 1907 en Sosnowiec, Alta Silesia. Doctor en Filosofía por la Universidad de Varsovia, ingresa como profesor en 1932 y durante bastante tiempo fue director del Instituto de Ciencias Pedagógicas de la citada Universidad. Autor de numerosos libros entre los que destacan: Pedagogía de la esencia y de la existencia, Tratado de pedagogía, La educación humana del hombre y Fundamentos de pedagogía socialista.
Para la construcción de su teoría educativa Bogdan Suchodolski parte de la crítica a la educación tradicional, ya que entendía que la escuela había nacido en unas condiciones sociales y culturales totalmente distintas de las actuales y ya no responden en buena parte a la exigencias presentes, al no preparar a las generaciones jóvenes en la responsabilidad y en los valores para la nueva vida social y cultural.
La gran limitación de la pedagogía tradicional es que se esfuerza en la defensa de los modelos del pasado en valores absolutos y no prepara las actuales generaciones para las necesidades de la vida futura. Tampoco contribuye la educación tradicional a la participación creadora en la vida social y cultural ni al cambio del sistema social vigente, sino que tiende a reproducir desigualdades y a perpetuar las situaciones de privilegio. Frente a tal educación conservadora, propone Suchodolski la educación para el futuro que debe empezar por una revisión profunda de la enseñanza tradicional y una reorientación imprescindible que permita a la escuela enseñar a los hombres a vivieran las nuevas condiciones históricas y de un modo totalmente nuevo.
Suchodolski se plantea la educación del futuro dentro del socialismo bajo el creciente papel de la ciencia y la técnica en la vida humana de la mayor responsabilidad de todo en relación con los problemas sociales comunes, bajo el signo del ulterior desarrollo de la instrucción y la cultura de las masas y de las nuevas victorias en la lucha por la liberación nacional y social de los pueblos oprimidos.
“Cabe afirmar en general que tendemos hacia un futuro en el que ha de incrementarse el papel de la ciencia y de la técnica, en el que se desarrollarán las instituciones democráticas de la vida, se registrarán nuevos progresos en la industrialización y en la urbanización, al igual que en los medios masivos de acceso a la cultura. La educación tiene como función la preparación de las jóvenes generaciones para vivir en esas condiciones, asumir las tareas que han de plantearles y participar activamente en la vida social y cultural. Pues en conjunto la sociedad dependerá del grado en que sus miembros sepan realizar su actividad profesional y social al nivel que de ellos exigirán los progresos de la ciencia, la técnica, la economía y la organización social”
El problema para el planificador de la educación del futuro es que el ritmo en los cambios sociales es tan rápido que las condiciones objetivas varían a lo largo de la vida de un individuo. Teniendo en cuenta esta realidad ¿hacia dónde apunta la educación del futuro? La educación actual tiene que preparar a niños y jóvenes para unas tareas aún no existentes y para unas condiciones de vida por determinar. Según Suchodolski, las tareas esenciales de la educación socialista pueden concebirse “como tres grandes grupos definidos por los términos siguientes: sociedad, trabajo y cultura. La preparación con miras a la participación activa en la sociedad, para la realización creadora del trabajo profesional y para la participación activa en la vida cultural: he ahí los tres objetivos fundamentales de la educación socialista, en los cuales, como hemos visto, se refleja la tendencia fundamental de la sociedad socialista a realizar la convergencia básica de los intereses sociales y la satisfacción de las necesidades, siempre crecientes, de un tipo individual”
En una sociedad socialista los alumnos deben ser educados para la participación, la cooperación y la unión de esfuerzos individuales para alcanzar metas sociales. En segundo lugar, para la educación socialista uno de los fines esenciales es la formación profesional generalizada y adecuada a las crecientes necesidades de la sociedad. En tercer lugar, la educación debe elevar el nivel de comprensión del mundo, de la vida, del hombre, de la sociedad y del trabajo.
También establece una estrecha relación entre el presente y el futuro y el pasado en la labor educacional; entiende que en el planteamiento de una educación futura no deban faltar los otros dos elementos de presente y pasado.
Educar para el futuro es preparar al individuo para su adaptación a unas condiciones de existencia futura desconocidas pero sobre todo es formar a un nuevo tipo de hombres que sean capaces de asumir las nuevas tareas que el futuro ha de exigir hombres desarrollados multifacéticamente, de manera polivalente, y plenamente conscientes de sus problemas y obligaciones; a unos hombres capaces de integrarse en los procesos de cambio, de participar en ellos, de impulsarlos. La pedagogía socialista debe formar a un hombre nuevo, a un nuevo modelo humano, en el que se concilien el pasado con el futuro, los problemas e intereses individuales con los sociales, las tareas aisladas con las cooperativas.
Suchodolski se muestra partidario de lo que denomina “perspectiva integradora”. Así en la educación del futuro no tendrá sentido plantearlo intelectual, lo moral y lo estético por separado, como si fueran realidades estancas, sino que será preciso considerarlas de forma integrada. La práctica educacional integradora se dirige a toda la personalidad del sujeto y le permitirá formarse de una manera polivalente, multifacética.
La pedagogía socialista tendrá que ser también capaz de integrar el estudio y el trabajo, tradicionalmente separados. El joven no debe trabajar fundamentalmente para producir sino en cuanto se forma y se desarrolla.
La pedagogía socialista es la combinación e integración de las enseñanzas de tipo general y las enseñanzas de tipo profesional. Todos sin excepción deben pasar por el doble tipo de enseñanza: la educación debe tender a la formación del hombre que trabaja y no sólo del hombre cualificado. Pero ya no bastará con la estrecha especialización concreta, el trabajador debe estar preparado para abandonar su especialidad y enfrentarse a otro tipo de trabajo.
El tercer tipo de integración que debe realizar la educación socialista es entre la escuela y la vida; el clásico divorcio debe ser superado en una sociedad socialista entendida como una realidad creadora por el hombre y para el bien del hombre. Además, la actividad pedagógica no puede limitarse a educar multifacéticamente a los niños y dejar abandonados a los jóvenes y a los adultos, será preciso integrar el trabajo y la educación a través de toda la vida de los individuos y no sólo durante la infancia.
Para Suchodolski, la perspectiva socialista permite acabar con el viejo antagonismo ente individuo y sociedad que, en realidad, es una oposición idealista que quedará superada supuestamente desde la perspectiva dialéctica, porque el desarrollo del hombre y de su mundo se encuentran en estrecha e íntima relación. Para Suchodolski, el futuro no es lo que los hombres esperan que sea sino el producto de lo que se está forjando gracias a sus actividades presentes, sus logros y sus errores, de esta manera ambos conceptos están también íntimamente relacionados.
En el ámbito pedagógico, la pedagogía socialista que parte de la unidad dialéctica entre lo subjetivo y lo objetivo, entre el hombre y su mundo o puede actuar de la misma manera que la pedagogía tradicional. Así, educación social y educación individual se convierten en dos componentes de un mismo proceso.
Las tareas concretas que le asigna a la educación y cuáles serán los métodos más adecuados dentro de esta perspectiva de análisis marxista de la educación.
La escuela tiene que estar abierta al mundo, a la sociedad, tiene que facilitar los contactos entre los alumnos y el medio social en el que viven, más aún, debe prepararlos para que contribuyan a la mejora y transformación del mundo en el que habitan, para ello se les prepara a través del desarrollo multifacético de su personalidad. Para ello, la escuela debe fomentar valores de participación y de asumir responsabilidades, evitando la pasividad y el individualismo de la burguesía.
Es preciso establecer una selección de contenidos sabiendo que la escuela sólo puede dar un conocimiento general en el terreno de la cultura general y de la enseñanza profesional, que luego se pondrá desarrollar y profundizar en los niveles educativos posteriores. Dentro de la selección de contenidos no pueden faltar las ciencias matemáticas y físicas, la química y la biología, las ciencias sociales y humanísticas. Pero la escuela no puede limitarse a enseñar tales disciplinas, sino que también es preciso que se ocupe del estudio de la estructura de la ciencia. Frente al verbalismo fomentado por la pedagogía tradicional se debe imponer el pensamiento operativo exigido por la pedagogía del futuro.
Desde la perspectiva marxista como una actividad destinada a integrar al hombre en una acción concreta, a enseñarle a actuar adecuadamente y a participar en la vida social. La educación moral en Suchodolski debe basarse en la comprensión de las consecuencias sociales de la actividad personal del individuo, en despertar en el hombre el afán de actuar y luchar por un futuro mejor en colaboración y solidaridad con el resto de la comunidad. Las palabras claves serán: participación, cooperación, convivencia y solidaridad.
Pero también tiene muy en cuenta Suchodolski los aspectos personales, singulares, individuales, como la felicidad, la satisfacción en la vida, el sentido de su vida dentro de una sociedad socialista en construcción. Para nuestro autor, estas situaciones personales hay que entenderla siempre dentro de la concepción integral de la educación, por eso sugiere como salidas educativas fomentar las facultades creativas, imaginativas y expresivas de cada ser humano.
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